miércoles, 31 de diciembre de 2008

El argumento que ya nunca podrán utilizar

Editorial de Gara

Gara


No existe, a día de hoy, forma humana de reflejar en su justa medida la situación que vive el pueblo palestino. No sólo tras el último ataque del Ejercito israelí contra Gaza, pero muy especialmente después del mismo. Cualquier número de páginas que se le dedique será insuficiente para describir esa situación, los artículos se quedan cortos y los testimonios que recogen apenas duran en los corazones algo más de lo que tardan en leerlos los ojos; las fotos no trasmiten el olor a miedo, y las imágenes de televisión no recogen el tenso silencio y la oscuridad de la noche. Ni el cine, ni la literatura, ni las artes plásticas son capaces a día de hoy de expresar el sufrimiento de todo un pueblo que, además, se ha convertido en el símbolo no ya de quienes comparten con ellos religión o proyecto político, sino de todos aquellos pueblos y personas que luchan por un mundo más justo y más libre.


Como se ha dicho, no es posible reflejar el drama palestino en su verdadera dimensión, pero resulta especialmente grave intentar ocultarlo. La falsa equidistancia que reflejan las declaraciones oficiales no son ajenas a las posturas ideológicas, políticas o intelectuales sostenidas por las élites occidentales durante todos los años que dura la ocupación de Palestina. Posición que cuenta en su catálogo con miles de libros, millones de artículos, cientos de películas e innumerables declaraciones oficiales que hablan de una historia ocurrida hace setenta años pero que oculta sistemáticamente los siguientes sesenta. Al igual que es imposible condensar en soporte alguno el sufrimiento árabe, ni siquiera ese esfuerzo por rememorar el holocausto europeo puede acercarnos a aquel infierno.


Pero ese argumento -«somos los judíos, el pueblo más perseguido de la historia»-, al que al final se repliegan todos aquellos que quieren mantener la equidistancia, es falaz y malvado. Ya lo intentaron, con el mismo grado de razón, los boer en Sudáfrica. Ese argumentó expiró hace ahora sesenta años, y cada día de existencia del Estado de Israel en los términos actuales lo desacredita aún más.

domingo, 28 de diciembre de 2008

La naturalidad de algunas muertes

Temprano por la mañana, me topo con la noticia del bombardeo masivo de la terrorista fuerza aérea israelí sobre Gaza, hasta esa hora sumaban ciento cincuenta y cinco muertos, a estas horas ya son más de doscientos treinta. Las noticias mencionan como sin querer el tema de los muertos civiles y se concentran en repetir una y otra vez sin descanso la versión del sionismo, que es que se trata de un “ataque defensivo” contra posiciones terrorista del grupo Hamas, eso le basta a los medios de desinformación y control social, para justificar que corra toda la sangre palestina que sea necesaria.


Esta masacre perpetrada por las fuerzas del fascismo sionista, es una forma adecuada y macabra de culminar el año del sesenta aniversario del inicio de este holocausto contra el pueblo palestino.


Duele hasta el hervir de la sangre y el brotar de las lágrimas, constatar como el mundo observa con toda naturalidad la muerte criminal contra los pobres, ¿o alguien cree que si estos muertos hubiesen caído en algún lugar del “mundo libre” esta fuese una noticia más? Ya se hubiese convocado al Consejo de Seguridad de la ONU, para programar una operación libertadora.


Me pregunto en estas horas de impotencia, ¿hasta qué punto se puede ser tan indiferente? Esta es una pregunta sin respuestas, pero siento que debo hacerla para ver si es posible descubrir algo de humanidad, en seres que de humanos sólo parecen tener el biotipo.


Nada es eterno, muchos imperios han nacido y desaparecido a través de la historia y su momento también le llegará a los que hoy abusan de su poderío militar, contra pueblos que no se rendirán. La resistencia vive.


-LCR