jueves, 8 de noviembre de 2007

Cuento Ganador del Concurso de Cuentos Interuniversitario Roberto Jaen y Jaen 2007

LA HORA INDICADA

Sus pasos a cada mirada hacia atrás, se hacían más rápidos, con suspiro y ojos paranoicos, su malicia era necesaria para la supervivencia.

Marcos, estaba en un lío máximo, estaba sumergido en un complejo de situaciones, que a esta altura parecían insalvables. Al observar a la gente en la parada de buses, sólo se le ocurría maldecir por la pasividad de aquellas personas: algunos trabajadores con sus caras largas de cansancio, rostros que clamaban por una cena caliente y una cama; o aquellos otros –que parecían estudiantes como él- que disfrutaban de su despreocupación juvenil.

Al verlos, sus maldiciones eran réplica de una queja más profunda, que no había parado de repetirse… ¿habíamos hecho lo correcto?, ¿Valdrá la pena?

Las primeras gotas de lluvia, que presagiaban el temporal lo llevaron rápidamente a aquella noche, donde todo había empezado, cuando conoció a Raquel, hermosa… de mirada firme y sonrisa dulce, que con sus historias de Euskadi, había dado un rumbo a su indignación anárquica.

Se acercó a ella, atraído por su belleza natural: tez blanca, mediana estatura, su cabello castaño lacio rodeaba sus hombros, usaba gafas, que en nada disminuían la intensidad de sus ojos miel. Viajaba junto a un grupo de estudiantes europeos, que pasaron tres semanas inolvidables en su ciudad, no recordaba ahora el nombre de ninguno de los otros integrantes del grupo, sólo ella, y con ella, juntos, aprendieron de los misterios de la vida, del amor repentino e instintivo, aprendieron que la solidaridad es un sentimiento estéril como la rabia, sino se organiza y se instruye.

Ya habían pasado dos años desde la última vez que la había visto, sus labios contaron con la lluvia como ingrediente extraordinario para la despedida, por eso, esta lluvia, en estos momentos, era una reminiscencia de aquel instante tan especial.

Por estas mismas calles habían caminado, charlando de todo, él conociendo el mundo, ella conociendo un pueblo tan diferente al suyo, ahora, estas calles a los ojos de Marcos eran un laberinto en el cual, en cada esquina, acechaba un posible enemigo… las cosas no salieron como se planearon.

Al pasar frente a un almacén de electrodomésticos, vio en las vidrieras que su acto ya era conocido por todos, a través de la televisión nacional. Al no encontrar a su contacto en el lugar y hora programado, sabía que estaba sólo, también eso estaba en los planes.

En sus manos había estado el poder de la justicia, desde el momento en que con cautela consiguieron los materiales y con ternura sus dedos –que antes se habían entrelazado con los de Raquel- colocaron pieza por pieza, los elementos de aquella herramienta de luz, calor y venganza.

Marcos ahora era un fugitivo, ya estaba preparado para eso, aún así, el temor se filtró entre sus uñas, corrió por sus brazos hasta sus orejas y se posesionó de cada una de sus fibras nerviosas.

Repentinamente, trató de serenarse, recobrando conciencia de su acción… ya el señor ministro, había dejado de existir, como declaraban los noticieros horrorizados, había volado por los aires junto a la caricatura que representaba, de muerte repentina –no sufrió la agonía de los pobres que había dejado morir- llegó a su fin cuando el detonador marcó la hora indicada.

Se inauguraba la era de la hoguera y la antorcha, una era de luz y rebeldía, en la cual Marcos y su amor común, eran protagonistas circunstanciales de la historia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Este también lo escribiste tú?. ¿Significa entonces que es tu segundo premio?. Que orgullo que me cuentes entre tus amistades, pasarán algunos años, pero estoy segura que te leeré, debidamente empastado, ilustrado por algún amigo y prologado por algún maestro.
Cuando me pregunten por mis escritores favoritos, diré tu nombre sin dudar...

Anónimo dijo...
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Luis Calvo Rodríguez dijo...

Que gran honor leer esas palabras de tu parte, que alegría contar con tu amistad...
La otra vez había quedado segundo lugar y en esta ocasión, con este cuento, logré el primero.
Un abrazo camarada, espero verte pronto, gracias por tus buenos augurios.