“Lo que ha ocurrido en Honduras es una vergüenza, un hecho bochornoso, como lo que ha ocurrido con (Barack) Obama y las expectativas que había despertado y que ya han sido defraudadas, pero no me sorprende porque Estados Unidos es un país entrenado para fabricar dictaduras militares”. —Eduardo Galeano, autor de Las venas abiertas de América latina.
La tormenta fraudulenta no es novedad, se veía venir, o más bien –o mas mal—siempre lo fue por realizarse elecciones en condiciones tan arbitrarias como bajo la bota de un golpe de Estado-Militar. El espectáculo era otro, ver y constatar cómo se haría. La maquinaria de la prensa conocida como ‘prensa golpista’ en Honduras no durmió noche y día gritando a voz en cuello, casi un lamento de S.O.S. : Hondureños todos y todas a votar. Ese grito no encontró eco en los oídos deliberadamente sordos.
El TSE (el Tribunal Supremo de Elecciones) presumió e incluso hizo pruebas con unos tales celulares desde donde dirían un número de votantes que rebotaría en la cabina central del Tribunal y allí dijeron que ni los mismísimos estadounidenses tendrían una tecnología electoral tan precisa, inmaculada y “tramparente” balbuceó un ñajo en nombre del Tribunal. Y que después de dos horas de cerradas las votaciones el mundo entero, con extraterrestres incluidos, sabrían los resultados de las elecciones más claras de la historia de la humanidad. No obstante, tardaron más de cinco horas para cuadrar números, a todo esto los visitaban militares constantemente, entre ellos tres coroneles, al lugar donde su supone que solo deberían estar los TSE.
El escenario visto por la prensa nacional e internacional en las calles y lugares de votación era inevitablemente verde, pero no ecológico. Verde olivo, militar: tanquetas, ametralladoras de alto calibre, militares y policías desplazándose de un sitio a otro y superando en gran número a los votantes.
Aun cuando el gobierno de facto encabezado por Micheletti y Vásquez Velásquez en Honduras obligaron a los empleados que trabajan para la Administración Pública a salir a votar, no era suficiente para los astronómicos resultados. Al mediodía monitoreos desde toda Honduras anunciaban la escasa participación. En mi monitoreo personal desde Tegucigalpa, San pedro Sula, La Ceiba, Santa Bárbara, Olancho, Choluteca y de tantos lugares más, tuve información fidedigna de la ausencia de votantes en las mesas electorales.
De esa misma forma constatamos que los votantes en Nueva York llegaron a 500, en Los Ángeles, Miami, y otras de las ciudades en donde habitan hondureños hubo mínima o ninguna votación. De allí que no se pueden sumar al fraude un millón y fracción de hondureños que habitan en los Estados Unidos.
Las fotos y videos que recibíamos nos transmitían de inmediato a la Comala, de Pedro Páramo, del mexicano Juan Rulfo: pueblos desolados, fantasmales. Sería bueno exigirle al TSE y a la ‘prensa golpista’ esas tomas multitudinarias (que no sean montaje) pues al parecer los votantes fueron extraídos de la ficción por su invisibilidad.
Aun con todo me sorprendió una casi sonriente Patricia Janiot de CNN anunciando, a temprana hora, a cuan ancha tiene la boca, que en Honduras había salido a votar un 70 por ciento de la población en santa paz, pero a la vez yo escuchaba la transmisión en vivo desde San Pedro Sula (segunda ciudad hondureña en importancia) transmitiendo la tremenda represión a una multitudinaria marcha: tanquetas, fusiles, gases lacrimógenos, toletazos… todo transmitido por el mismo director de Radio Uno, Arnulfo Aguilar, quien mientras cumplía con su deber periodístico corría junto a la gente a resguardarse. Mucha gente me ha llamado y escrito quejándose de esta actitud de Janiot, pero les explico que ella no tiene la culpa, es solo una empleada y su deber es cumplir con el guión que le asignen. Por tanto no hay que juzgarla ni esperar nada de ella y otras y otros que son “leedores” de cadenas. Así es ese trabajo sino es ella es otra y si no cumple la expulsan del Palacio.
Cuando se cerraron las urnas y supuestamente el Tribunal Supremo de Elecciones recibía los datos vía celular, se dio tremendo apagón en Olancho, el departamento de Honduras. Y a través de las emisoras Uno, Globo, Progreso, la gente denunció que era parte del fraude.
Después hubo que esperar y como diría Joaquín Sabina: “y nos dieron las ocho y las nueve y las diez y las once…”.
Y finalmente aparecieron los del TSE y la excusa, sin precedentes, que dio el presidente de este Tribunal :“Tuvimos un problema técnico, es que se arruinó un link”. Y acto seguido le pasó la palabra a un técnico para que explicara el por qué de las elecciones, por qué la demora y por qué no se habían podido digitar los resultados (juro que no es invento de novelista, allí están las grabaciones).
Pero, por si fuera poco, Saúl Escobar, presidente del TSE, dijo que era un problema técnico, horas antes el embajador Hugo Llorens había dicho cosa parecida, abordado por un periodista de Radio Globo en un centro de votación dijo que no andaba observando sino acompañando a gente de su seguridad que le tocaba votar allí (qué magnánimo el embajador). Ante una pregunta del periodista, respondió: “las elecciones son un tema técnico y los resultados estadísticos lo dirán." ¿Coincidencia o es que así de técnicamente natural es la vida en Macondo, digo, Honduras?
Otras de las tantas rarezas de estas elecciones es que el Tribunal Supremo de Elecciones contrató a la firma Hagamos Democracia para el conteo de votos, y contratista y contratado entraron en contradicción. Mientras la firma dijo que era un 47 por ciento de participación, el TSE hablaba de un 61 por ciento.
También a boca de urna se sabía que el candidato del partido nacional, Porfirio Lobo Sosa, arrasaba por encima de un 30 por ciento con su principal contendiente; ya sacadas las cuentas, la diferencia fue mucho menor. En un análisis Radio Globo arguye que se trató de un pacto entre Lobo y los derrotados, exigido por los Estados Unidos para que se mantuviera el bipartidismo.
Sin duda, por lo que consta, se vio, escuchó, por ejemplo, que se acabó la tinta pero no se acabaron los votos.
De todas maneras los hondureños hemos sido obligados a hablar de este tema, pues realmente el que nos concierne es el que se pretende dejar en el olvido ya sea con un triunfo de la selección o de una elección, de que aun estamos bajo el golpe de Estado-Militar, que seguimos sumergidos en una dictadura, que los represores están allí acechando al pueblo y que en realidad las elecciones nunca debieron darse sin antes haber revertido el golpe de Estado-Militar y restituido al actual presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya Rosales. Único escenario propicio para conversar sobre una auténtica conciliación nacional.
Mr. Obama: bienvenido a América Latina. Presidentes latinoamericanos, de quedar esto así se reafirma sin la menor duda de que retornan los golpes de Estado-Militar con efecto dominó reiniciados ya en la macondiana tierra catracha.
El pueblo hondureño ya había derrotado la dictadura por nocau, pero vino Washington a darle oxígeno durante el conteo en boca de Thomas Shannon y desde entonces comenzó a cumplirse la profecía de Barack Obama en Trinidad y Tobago: “una nueva era de relaciones con América Latina”.
* Roberto Quesada es escritor y diplomático hondureño.
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