El Plan de Desarrollo Nacional es el proyecto en el plano económico, político y social, que se propone un Estado, para lograr los objetivos de desarrollo estratégico que considere necesarios.
Un Plan de Desarrollo Nacional es importante para ayudar a definir la línea política de un Estado, cuáles son sus objetivos, cómo pretende lograrlos y quiénes serán los sujetos políticos y económicos, beneficiados y sacrificados con esas medidas.
Durante el llamado, Nuevo Período Democrático (1990-2007), se han convocado diversos diálogos para establecer acuerdos en torno al futuro del Canal de Panamá, el régimen democrático, modelo educativo y reformas a la seguridad social, la mayoría “facilitados” por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los cuales han tenido como objetivo y resultado fundamental, darle legitimidad a la política económica capitalista neoliberal, vigente durante dicho período.
Los resultados en lo político y social, serán de un alcance mínimo para el grueso de la población nacional, mientras no se cuestione el dominio de un modelo económico, que da enormes ganancias a los poseedores del capital y a sus agentes políticos; mientras que le ofrece más sacrificio, migajas y enajenación a los pequeños productores y a aquellos que lo único que tienen que ofrecer, es su fuerza de trabajo.
La aplicación sin oposición de este modelo económico, que nos llegó con los cantos de sirena de la globalización, es la mayor coincidencia que han tenido las diversas administraciones, de nuestro Nuevo Período Democrático.
La actual discusión del Plan de Desarrollo Nacional, auspiciado por el PNUD, sólo dará otra manito de legitimidad, a un modelo político, económico y social que se ejecuta a espaldas de un pueblo, mayoritariamente desorganizado.
Un Plan de Desarrollo Nacional, que principalmente aborda categorías económicas como la microempresa, índices macroeconómicos y competitividad, redunda en las propuestas sociales del capitalismo, lanzando a millones de panameños y panameñas a los brazos de la libre oferta y demanda o de la caridad.
Urge al pueblo organizarse, formarse, educarse, crear espacios de discusión constructiva, desde los cuales los marginados del poder puedan iniciar los fundamentos de un Plan de Desarrollo Nacional verdaderamente democrático y popular, con bases en una economía solidaria y un modelo político participativo.
Corresponde a los sacrificados de siempre, construir su propio espacio de decisión, darle la espalda a quienes siempre los han ignorado y que sólo los consideran un recurso humano, un voto, una imagen molesta que distorsiona el glamour del progreso de los que todo lo tienen.
El papel del movimiento popular es difícil, es un reto, es construir unidad, trazar puentes entre todos los que queremos un mundo diferente, con espacio paro todos, en igualdad, ser instrumento orientador de un Plan para Todos. Pues en una sociedad con tantos abismos como la nuestra, la igualdad no es deseo romántico, es imperativa para una paz social con justicia.
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