martes, 4 de marzo de 2008

Luchas armadas y violencia de Estado


Comaguer

Traducido por Caty R.

El discurso del terrorismo, del que abusan todas las potencias «amenazadas», especialmente desde el 11 de septiembre de 2001, tiende a entorpecer e incluso a prohibir, con legislaciones cada vez más atentatorias contra la libertad de expresión, cualquier información sobre los pueblos, organizaciones o movimientos que decidieron recurrir a la lucha armada

La prohibición política a menudo va acompañada, especialmente en las clases medias de los países ricos, de una prohibición moral que tiende a estigmatizar cualquier violencia y equipara la violencia de Estado con la violencia insurreccional o revolucionaria.

Ahora bien, esta equiparación es inaceptable por partida doble:

- Cuantitativamente: los medios aplicados por la violencia y el terrorismo de Estado son infinitamente más importantes que los que aplican los opositores.

- Cualitativamente: en efecto, como expresó certeramente Nelson Mandela, las condiciones de la lucha de los oprimidos vienen totalmente determinadas por el opresor. El paso a la lucha armada, obviamente, no es la expresión de una violencia innata o congénita, sino una respuesta a la asfixia política ejercida por las clases dirigentes, que no vacilan en perpetrar el asesinato masivo, presentado como «legítimo», parafraseando la calificación de Max Weber: porque el Estado tiene el monopolio de la violencia «legal».

Actualmente existen en el mundo numerosos movimientos guerrilleros que luchan con las armas en la mano por una transformación de la sociedad opresora en la que viven. Implantados principalmente en países del sur, son ampliamente desconocidos en los países ricos. Esta ignorancia tiene su fuente principal en la protección concedida sistemáticamente por los gobiernos de los países centrales ricos a los opresores de los países periféricos que sirven localmente sus intereses imperiales.

Este pequeño documento es una modesta contribución a la lucha contra esa ignorancia. No es exhaustivo ni pretende otorgar patentes de buena o mala estrategia a unos u otros protagonistas que presenta, pero tiene como objetivo rectificar una imagen falsa y ridícula transmitida por la propaganda occidental, o llenar un vacío total al respecto, especialmente en la información en lengua francesa.

Dichas luchas armadas no son luchas terroristas, puesto que se libran para obtener transformaciones políticas; y los guerrilleros no son locos asesinos, sino seres oprimidos forzados a fondo por un poder reaccionario y brutal.

Sumario:


- Colombia: FARC y ELN, dos largas luchas

- India: los naxalitas, en lucha desde 1967

- Filipinas: el Nuevo Ejército Popular

- Nepal: el Partido Comunista del Nepal Marxista Leninista (PCN-ML), una semivictoria de la guerrilla

Los ejemplos elegidos tienen en común que se refieren a países poco o medianamente desarrollados, en los que la población rural y el campesinado son mayoritarios y donde, por lo tanto, las cuestiones de la propiedad de la tierra y su explotación son fundamentales en las relaciones entre las clases sociales.

La fase burguesa en la historia de los países subdesarrollados es una fase inútil. Cuando la casta burguesa se haya desvanecido, devorada por sus propias contradicciones, nos daremos cuenta de que no pasó nada desde la independencia, que es necesario reanudarlo todo, que es necesario volver a partir de cero.

(Franz Fanon, «los condenados de la tierra»).

Este análisis de Franz Fanon no ha perdido nada de su agudeza, pero las mencionadas castas burguesas no se desvanecen espontáneamente y el neocolonialismo, del que Fanon no conoció todos los estragos, demora su caída todo lo que puede. Entonces aparece la guerrilla como una respuesta al bloqueo, aplicado por la burguesía o la aristocracia local, pero inspirado y apoyado por el largo brazo del imperialismo.

PARA LEER COMPLETO, HAGA CLICK AQUÍ

No hay comentarios: